Desde que el hombre existe en la Tierra, ha buscado nuevas formas de medir el tiempo para regular mejor sus actividades y comprender lo que ocurre a su alrededor. Sin embargo, los relojes y los diversos productos de relojería no surgieron hasta siglos después de Cristo.
El hombre prehistórico se basaba en los movimientos del sol, la luna y las mareas para conocer el tiempo. Pero, ¿cómo es realmente? ¿Y quién inventó el concepto de tiempo? Descubra más en este artículo.
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¿Quién inventó el tiempo? – El tiempo, un concepto nacido de un ciclo
Pero, ¿de dónde viene la idea de inventar el tiempo? Su noción proviene simplemente del hecho de observar la repetición de los fenómenos naturales, más precisamente de los ciclos temporales. El día comienza con el amanecer y termina con el anochecer. El sol vuelve a aparecer y el ciclo regresa. El mismo movimiento repetitivo se observa con la luna.
Así, un mes simboliza un ciclo lunar total que consta de 4 fases correspondientes a semanas. El concepto de año se creó en referencia a los cambios de estación y a las posiciones del sol durante estas variaciones climáticas.
Una vez determinado el cenit solar, las antiguas civilizaciones podían contar fácilmente cada salida y puesta de sol hasta alcanzar un nuevo cenit. Así es como los egipcios, babilonios y mayas establecieron el calendario. Para ellos, un año tenía 360 días. Sin embargo, las primeras divisiones del tiempo fueron realizadas por astrónomos y matemáticos sumerios.

¿Por qué no se utilizó el sistema decimal como punto de referencia para el tiempo?
En la actualidad, el sistema decimal es la base de la aritmética y las matemáticas. Y te preguntarás, ¿por qué la gente no utilizaba el sistema decimal como referencia para el tiempo?
En el tercer milenio a.C., los sumerios utilizaban el sistema sexagesimal. El cómputo decimal no apareció por primera vez hasta el primer milenio a.C. entre los indios, hacia el 1400 a.C. entre los chinos y hacia el 300 a.C. entre los griegos.
¿Quién inventó el tiempo? – La invención del tiempo según el sistema sexagesimal
Los sumerios priorizaron el uso del número 60 en el recuento del tiempo por la sencilla razón de que este número es fácilmente divisible. Esta forma de pensar se transmitió a los acadios y luego a los amorreos. Estas dos colonias conquistaron la tierra de los sumerios en el 2400 a.C. y en el 1800 a.C. respectivamente.
Los amorreos o más conocidos como babilonios no sólo incorporaron el sistema sexagesimal a sus matemáticas, sino que también trataron de aportar más precisión a la medición del tiempo. Utilizaron el latido del corazón para definir un segundo y, tras 60 repeticiones de segundos, crearon el concepto de «minuto». Después de 60 minutos, crean el concepto de una hora. Y al cabo de 24 horas, contando desde la salida del sol, pudieron identificar un ciclo en bucle, de ahí la invención del día.

Unidades sexagesimales, una crónica evolutiva a lo largo de los siglos
La cronología evoluciona a lo largo de los años, pero la gente ha persistido en utilizar unidades sexagesimales para llevar la cuenta del tiempo. El sistema de los 60 se extendió rápidamente hacia el este, a China, India y Persia, y luego hacia el oeste, a Roma, Egipto y Cartago. Además, este sistema, creado originalmente por los sumerios, se adaptaba perfectamente a las 12 horas de los astros según los descubrimientos astrológicos chinos.
También convenía a las estrategias militares imperiales dividir la noche anterior en varias partes iguales. Los egipcios identificaron tres relojes, mientras que los romanos definieron cuatro.
Siglos más tarde, las innovaciones islámicas y griegas en materia de geometría permitieron descubrir que el número 360 representaba la medida perfecta de la órbita terrestre y, posteriormente, de un círculo. Este inmenso descubrimiento puso de manifiesto una vez más la importancia del sistema sexagesimal en el concepto del tiempo. En el siglo XIV, la aparición del reloj dividido en cuadrantes sexagesimales lo pone de manifiesto.
Noción del tiempo: ¿cómo se hizo consciente?
Aunque la invención del tiempo se asocia a los descubrimientos de los sumerios y luego de los babilonios, la noción de tiempo, o más exactamente el estudio del tiempo, sólo se hizo consciente en el siglo XVI a.C., en la época de la civilización micénica.
En la mitología griega, encontramos al dios Cronos, que representa el espacio-tiempo y el destino. Muchas palabras relacionadas con el tiempo, como cronómetro, deben su existencia a la investigación griega.
A lo largo de los siglos, muchos griegos han intentado analizar mejor el tiempo para comprender mejor sus crónicas, y ello en muchos ámbitos: científico, filosófico, religioso… Podemos citar en particular a Aristóteles por sus trabajos que consideran el espacio-tiempo como un número de movimientos realizados según su anterioridad y posterioridad.
En el siglo XIX, Albert Einstein retomó el debate y estudió en detalle la noción de tiempo con su famosa teoría de la relatividad.
¿Cuáles son las diferentes formas de medir el tiempo a lo largo de los siglos?
Ahora que ya sabe de dónde proceden los inventores del tiempo, es el momento de echar un vistazo a los diferentes instrumentos utilizados a lo largo de los siglos para medirlo, desde el reloj de sol hasta los relojes mecánicos.
¿Quién inventó el tiempo? – El reloj de sol
El reloj de sol es el primer dispositivo desarrollado para conocer la hora desde la Antigüedad. Fácil de hacer, funciona perfectamente en países donde el sol está presente durante el día. Sin embargo, la desventaja es que pierde algo de precisión y no es muy portátil. Además, sólo puede funcionar durante el día cuando el sol está presente y se utiliza principalmente como reloj local.
A lo largo de los siglos, el reloj de sol se perfeccionó cada vez más hasta dar lugar a varios modelos horizontales, verticales…
Su principio sigue siendo bastante sencillo de entender. Mide los movimientos de la sombra emitida por un palo una vez que se expone a los rayos del sol. Llamado gnomon o estilo, este bastón tiene en cuenta las diferentes variaciones de la posición del sol según las horas pasadas y las estaciones.

El Clepsidra
Para medir el flujo del tiempo, el hombre tuvo la brillante idea de utilizar la clepsidra. Esta palabra procede del latín clespydra, que significa «que roba agua». Por lo tanto, es un instrumento que contiene agua y se utiliza para medir el tiempo.
La Clepsidra tiene la forma de un recipiente al que se le ha añadido un agujero en la base. Se llena de agua y se deja que fluya por el agujero. A medida que el nivel del agua desciende, se puede leer el tiempo transcurrido mediante las graduaciones añadidas a su superficie. Para evitar que fluya demasiado rápido, los diseñadores del vaso cronológico le dieron una forma acampanada.
Las primeras clepsidras datan del tercer milenio antes de Cristo, es decir, de la época de los sumerios. En principio, sí permitían contar el tiempo, pero de forma imprecisa. En efecto, son muchos los factores que pueden modificar el flujo del agua: la presencia de caliza, las impurezas, la forma del vaso, la temperatura del agua…
Comenzando en Egipto, el reloj de agua se extendió sucesivamente a Grecia y luego a Roma. Se perfeccionó hasta el siglo XVII. Además, los monasterios lo utilizaron para desarrollar los primeros modelos de relojes despertadores que sonaban cuando era la hora de rezar.
El reloj de incienso
Utilizado principalmente en China en el siglo VI a.C., el reloj de incienso funciona según el principio de quemar incienso a un ritmo constante. Está extendido por todo el mundo y todavía se utilizaba en el siglo XVII.

¿Quién inventó el tiempo? – La vela graduada
A diferencia de la clepsidra, que utiliza el agua para medir las horas, la vela graduada utiliza el fuego. En el siglo IX, el concepto de la vela graduada tuvo su origen en la idea de Alfredo el Grande, que quería contar sus tiempos de oración con la ayuda de una vela. A intervalos regulares, se hace que la vela suelte cuentas para marcar el tiempo.
Aunque imprecisas en cuanto al tiempo, las velas graduadas se extendieron por toda la Francia medieval debido a su gran practicidad.

El reloj de arena
En el año 1000, la historia de los instrumentos de medición del tiempo experimentó una gran evolución con la aparición del reloj de arena. Sencillo y práctico, este objeto mantiene un principio bastante similar al de la clepsidra al contar el flujo del tiempo, pero esta vez con arena fina como contenido. En la práctica, la duración de este flujo depende de la calidad y cantidad de la arena, así como de las dimensiones del agujero y del reloj de arena en su conjunto.
Es fiable, preciso y barato, pero hay que girarlo varias veces durante largos periodos de tiempo. Los marineros lo utilizaban para todos los viajes por mar antes de que apareciera el cronómetro. Tuvo su apogeo entre los siglos XIV y XVIII.

¿Quién inventó el tiempo? – El reloj mecánico
Al mismo tiempo que la invención del reloj de arena, se desarrollaron los relojes mecánicos. Los primeros relojes mecánicos se diseñaron en el siglo XIII y utilizaban el principio de la caída del peso para impulsar las ruedas.
No tenían manecillas ni diales, sino que servían principalmente como despertadores. En este sentido, sonaron a una hora imprecisa que podía variar si se tomaba tiempo para fijarla. El mecanismo de los primeros relojes dependía del reloj de sol o del reloj de arena. La adición de una esfera y una indicación de la hora no se desarrolló hasta el siglo XV.
Reloj de péndulo: la invención de Christian Huygens
En 1658, el matemático holandés Christian Huygens inventó el primer prototipo de reloj de péndulo. Este reloj tenía una sola aguja que giraba en un ciclo de 24 horas. Además de ser engorroso, había que reajustarlo con frecuencia para evitar errores.
El minutero apareció unas décadas más tarde.
¿Y la relojería moderna?
Con el desarrollo de los transportes, el telégrafo y el ferrocarril, el hombre quiso medir el tiempo con mayor precisión.
El reloj eléctrico
Para competir con los relojes mecánicos, el reloj eléctrico fue diseñado en 1840 por Alexandre Brain. Sin embargo, su trabajo no se difundió hasta 1952, tras la miniaturización de las pilas. En los primeros tiempos, había que utilizar todo un engorroso sistema para hacer funcionar un reloj eléctrico.
El reloj de cuarzo
A principios del siglo XX, el reloj de cuarzo apareció y evolucionó en paralelo con el reloj eléctrico. Fue inventado en 1927 por JW Horton y Warren Morrison.
Los dos inventores querían aprovechar el cuarzo para diseñar un reloj fácil de usar y práctico para medir el tiempo.
Un mecanismo 10 veces más preciso que los relojes mecánicos.
El cuarzo, que abunda en la naturaleza, emite frecuencias de más de 30.000 Hz, es decir, vibraciones elevadas que favorecen la precisión crónica.
Con cada vibración, se generan pequeñas cantidades de cargas eléctricas en su superficie antes de desaparecer. Se trata del efecto piezoeléctrico. Este efecto estabiliza la oscilación electrónica y proporciona un mecanismo de relojería 10 veces más preciso que el reloj mecánico.
Desde 1970, el desarrollo de los relojes de cuarzo condenó el progreso del reloj eléctrico, que parecía más difícil de entender.
Relojes en el siglo XXI: el tiempo y la decoración a la orden del día
La aparición del reloj de cuarzo ha trasladado la historia de la relojería a una era moderna en la que los relojes pueden significar algo más que medir el tiempo.
Además de su impecable precisión, los relojes del siglo XXI encajan perfectamente en el diseño interior de una habitación para aumentar su valor. Los hay de todos los tamaños, formas, estilos y colores para todos los gustos. Y para mantener un aspecto vintage, los relojes de péndulo son imprescindibles.
El siglo XXI también está marcado por la aparición de relojes de pulsera que se pueden colgar fácilmente en la muñeca para ver la hora. Entre los relojes de cuarzo y los mecánicos, tiene una amplia gama de opciones.